El 17 de diciembre de 2024, el teniente general ruso Igor Kirillov, jefe de las Fuerzas de Defensa Nuclear, Biológica y Química (NBQ), falleció en Moscú debido a una explosión. El artefacto explosivo, oculto en un scooter eléctrico, detonó cuando Kirillov salía de un edificio residencial en el sureste de la capital rusa, aproximadamente a 6.5 kilómetros del Kremlin.
El Comité de Investigación de Rusia calificó el incidente como un «acto terrorista» y ha iniciado una causa penal por el asesinato de dos militares, ya que el asistente de Kirillov también perdió la vida en la explosión. Las autoridades rusas están llevando a cabo investigaciones para esclarecer los detalles del crimen.
Por su parte, Ucrania ha reconocido su implicación en el atentado. Una fuente de seguridad ucraniana declaró que Kirillov era un «objetivo legítimo» debido a su presunta a orden de utilizar armas químicas prohibidas contra las fuerzas ucranianas. El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) había acusado previamente a Kirillov de ser responsable del uso masivo de armas químicas, afirmando que Rusia las empleó en más de 4,800 ocasiones bajo su dirección.
En octubre, el **Re sanciones a Kirillov, alegando que supervisó el uso de armas químicas en Ucrania y actuó como un «importante portavoz de la desinformación del Kremlin».
Este atentado se suma a una serie de incidentes similares en Rusia desde el inicio del conflicto con Ucrania, donde figuras prominentes han sido blanco de ataques. La explosión ha generado conmoción entre los residentes locales, quienes describieron el estallido como «muy fuerte» y expresaron su temor ante la ona residencial comúnmente tranquila.
Las autoridades rusas continúan investigando el atentado, mientras que la comunidad internacional observa con atención las repercusionen el contexto del conflicto en curso entre Rusia y Ucrania.
