Desde febrero, la guerra en Ucrania ha ofrecido el sombrío espectáculo de un conflicto de alta intensidad en el que la artillería es decisiva y cuyo desenlace podría estar determinado por un elemento logístico esencial: las existencias de municiones.
Los ejércitos de Ucrania y Rusia están especialmente ávidos de todo tipo de proyectiles, desde balas para fusiles de asalto hasta proyectiles de 155 mm y misiles de precisión, y están inmersos en una guerra de usura de municiones, al igual que con los soldados y el equipamiento.
El objetivo es durar más que el enemigo.
“Ese es el tema del momento”, confirmó un alto cargo europeo que pidió guardar el anonimato. “Es una cuestión de flujos y acciones (…). Lo que caracteriza un conflicto de alta intensidad es el consumo extremadamente elevado de municiones de cualquier calibre”, agregó.
En cuanto a los proyectiles, por ejemplo, según un informe del instituto británico RUSI, “Rusia lanza aproximadamente 20.000 proyectiles de 152 mm por día, comparado con 6.000 de Ucrania”.
Pero los protagonistas no disponen de los mismos medios. Rusia se apoya en una producción distribuida por su territorio, con una red de comunicaciones controlada.
En tanto Ucrania solo resiste gracias a las fábricas de los países occidentales.
En este conflicto, concentrado en el este ucraniano, la ventaja logística es de los rusos, “porque sus líneas (de suministro) son más cortas que las de los ucranianos, cuyo abastecimiento viene del oeste, o incluso de fuera del país”, explicó el cargo europeo.
Otra ventaja para los rusos es que su producción está adaptada a su armamento, mientras que Ucrania hace malabares con una multiplicidad de armas y municiones de origen diversa, donde los modelos soviéticos coexisten con las armas occidentales, más modernas.
“Racionalizar”
“Las entregas de armas pesadas modernas complican las cosas para Ucrania en lugar de ayudar”, aseguró Alexandre Khramchikhin, analista del Instituto Militar y Político de Moscú.
El informe de RUSI también considera que el repunte ucraniano no puede basarse en “una entrega fragmentaria de un gran número de flotas de equipos diferentes”. Al contrario, indican los autores, los aliados “deberían racionalizar su apoyo en torno de un pequeño número de sistemas”.
En cuanto a las municiones guiadas, misiles balísticos o hipersónicos, Moscú parece gestionar sus reservas con moderación, según algunos analistas, que señalan que estas últimas se habían dado equivocadamente como agotadas semanas atrás.
En relación con los proyectiles de artillería, “la industria rusa de defensa tiene una importante capacidad de producción”, según RUSIA.
Sobre este segmento de proyectiles, Philippe Gros, ex miembro de la inteligencia militar francesa, destacó las dificultades del lado ucraniano.
“Si imaginamos que la artillería ucraniana duplica su volumen” disparando “por ejemplo, 10.000 proyectiles al día, podemos pensar que Estados Unidos, si consigue reactivar eficazmente su industria” puede “sostener todavía algunos meses de operaciones a esta intensidad máxima”, dijo a la agencia AFP Gros, investigador en la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS). Pero ese “si” condicional es importante.
La guerra de las municiones se libra también en las fábricas, las de Rusia movilizadas por el presidente Vladimir Putin y las occidentales, oficialmente no beligerantes, que no han entrado en una economía de guerra.