El cantante uruguayo es el gran ganador de la noche, con siete gramófonos, y supera a un Bad Bunny ausente, que se queda con cinco.
Noche de sorpresas en Las Vegas. Todo indicaba que iba a arrasar Bad Bunny con su Un verano sin ti. Pero el Grammy Latino al álbum del año recayó finalmente en Motomami, de Rosalía. Aclamado por la crítica y su éxito de ventas, el disco de la catalana ha triunfado en la gala de los premios, celebrada este jueves. Sorprendida con la decisión de la Academia Latina de la Grabación, Rosalía recordó las dificultades que conllevó la grabación de este trabajo. “Es el disco que más me he tenido que pelear, pero el que más alegrías me ha dado”, dijo sobre el escenario. Rosalía conquistó cuatro gramófonos de los 53 que se entregaron. Pero el gran ganador de la noche fue Jorge Drexler, que recibió siete. “Yo pensé que Jorge iba a ganar [el premio a Álbum del año]”, bromeó la cantante de La fama.
Enfundada en un traje de látex negro, Rosalía, de 30 años, ofreció una de las actuaciones en vivo más electrizantes. Con una estética de dominatrix, o de la caricatura de culto Aeon Flux, la española interpretó Hentai y Despechá. Motomami se llevó los premios a mejor álbum de música alternativa, ingeniería de grabación y diseño de empaque (el diseño del embalaje del álbum). “Pensaba en otras mujeres que han hecho discazos, como los que han hecho Björk, Kate Bush y Patti Smith… Si ellas lo han hecho, quiere decir que se puede”, dijo. La cantante fue protagonista de uno de los momentos televisivos de la noche al perrear frente a las cámaras con su novio, Rauw Alejandro, a quien dedicó el premio de la noche.
Jorge Drexler fue el encargado de recordar que no todo es reguetón. La versatilidad del uruguayo quedó demostrada sobre el escenario, donde cantó Tocarte, el sencillo que lanzó junto a C. Tangana. El tema fue designado grabación del año, una de las categorías más importantes. “Fue realmente inesperado”, admitió Drexler, que tenía en su quiniela a Bad Bunny. Drexler achacó al género urbano la internacionalización de la música en español. “Debemos agradecerles que nos encontremos en una calle de Atenas y suenen canciones en nuestro idioma. La cultura hispana va de Borges hasta Bad Bunny. Es una cosa que tenemos que entender”, aseguró.
Drexler recogió el premio a mejor canción en lengua portuguesa por Vento Sardo, que grabó junto a la carioca Marisa Monte. También lo hizo por álbum de cantautor con Tinta y Tiempo, una categoría en la que no ganaba desde hacía cuatro años, cuando lo logró con Salvavidas de Hielo. Con siete Grammy conseguidos la pasada noche, el compositor suma 13 galardones en su cuenta personal. “Es una exageración maravillosa”, dijo emocionado. “La vida me continúa sorprendiendo. Yo no esperaba nada”, añadió.
En la categoría de mejor canción pop, La guerra de la concordia, de Jorge Drexler, empató con Tacones Rojos, de Sebastián Yatra. La canción ocupó durante varios meses los primeros puestos en las listas de éxito de Iberoamérica. Después de haber gozado de un enorme éxito gracias a Dos Oruguitas, de la película Encanto, Yatra se llevó también mejor álbum vocal pop por Dharma.
El del pop no fue el único empate de la noche. Lo hubo también en la categoría de mejor artista nueva. La audiencia vio por primera vez en la historia a una nonagenaria, Ángela Álvarez, recoger un galardón casi siempre reservado para artistas cuyas trayectorias están en pañales, como la de la mexicana Silvana Estrada, la otra premiada. El público en el casino Mandalay Bay ovacionó de pie a Álvarez, quien abandonó en 1962 La Habana tras el triunfo de la revolución cubana y emigró a Luisiana, en Estados Unidos. Su padre no la dejaba cantar de niña, pero su esposo, fallecido hace unos años, la motivó a seguir componiendo y cantando. Su historia ha sido contada en el documental Miss Angela, producida por el actor Andy García. “Aunque la vida es difícil, siempre hay una salida. Nunca es tarde”, afirmó Álvarez.
El argentino Fito Páez dominó en tres categorías: mejor canción de rock, por Lo mejor de nuestras vidas; mejor álbum de pop/rock, con Los años salvajes, y mejor canción pop rock, gracias a Babel, donde compartió micrófonos con el colombiano Carlos Vives. Después de trabajar por primera vez con la leyenda del vallenato, quien también se llevó el álbum de tropical contemporáneo con Cumbiana, Páez afirmó que su papel es el de ser un puente entre géneros. Las galas de estos premios muestran que los límites entre los estilos cada vez se difuminan más.