La implosión del exchange de criptomonedas FTX en noviembre del 2022 reforzó la percepción de un contagio de la crisis. La criptoeconomía dio tumbos durante 2022 cuando bajó el apetito por el riesgo y se hundieron varias empresas del sector. Y no ha iniciado mejor el 2023.
Ayer miércoles, mientras la criptobolsa Coinbase anunciaba su cierre de operaciones en Japón –días después de haber recortado su plantilla–, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunciaba la detención del fundador y propietario mayoritario del exchange Bitzlato, acusado de lavar 700 millones de dólares de fondos ilícitos.
El 12 de enero, Chainalysis señaló que el uso ilícito de criptomonedas alcanzó una cifra récord de 20,100 millones de dólares en 2022. El año pasado, Estados Unidos impuso sanciones a los servicios de mezcla de criptomonedas Blender y Tornado Cash, señalados de ser usados por piratas informáticos para lavar miles de millones de dólares procedentes de delitos cibernéticos.
Sobre el caso de Bitzlato, la fiscal general adjunta de Estados Unidos, Lisa Oudens Monaco, dijo ayer miércoles en un mensaje a medios que “el Departamento de Justicia asestó un golpe significativo al ecosistema del criptocrimen”. La funcionaria calificó a Bitzlato como un “motor de lavado de dinero con sede en China que impulsó un eje de criptocrimen de alta tecnología”.
En este contexto, el director gerente adjunto del Fondo Monetario Internacional, Bo Li, y subjefe de la División de Supervisión y Regulación Financiera del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del Fondo Monetario, Nobuyasu Sugimoto, publicaron un blog oficial en el que señalaron que “una regulación y supervisión financiera más estrictas, y el desarrollo de estándares globales, pueden ayudar a abordar muchas preocupaciones sobre los criptoactivos”.
El artículo “Criptocontagio subraya por qué los reguladores globales deben actuar rápido para detener el riesgo”, publicado este 18 de enero, dice que “el ya volátil mundo de las criptomonedas se ha visto afectado nuevamente por el colapso de una de sus plataformas más grandes, que destacó los riesgos de los activos criptográficos que carecen de protecciones básicas”.
Los funcionarios del FMI refieren que las criptomonedas han perdido billones de dólares en valor de mercado, y ponen el ejemplo del bitcoin, la criptodivisa más famosa: su valor se disparó ampliando las ganancias durante la pandemia, pero desde finales de 2021 ha perdido casi las tres cuartas partes de su valor, según un análisis de noviembre del Banco de Pagos Internacionales.
La agitación y las fallas en el mercado de monedas estables, fondos de cobertura centrados en criptografía y criptobolsas han generado “serias preocupaciones sobre la integridad del mercado y la protección al usuario. Y con vínculos cada vez mayores y más profundos con el sistema financiero central, también podría haber preocupaciones sobre el riesgo sistémico y la estabilidad financiera en el futuro cercano”, comentan Li y Sugimoto.
“Muchas de estas preocupaciones pueden abordarse mediante el fortalecimiento de la regulación y la supervisión financieras, y mediante el desarrollo de estándares globales que las autoridades reguladoras nacionales puedan implementar de manera consistente”, sugieren los autores del blog oficial del Fondo Monetario Internacional.
Si bien las criptomonedas, incluidas las monedas estables, “aún no representan un riesgo para el sistema financiero mundial”, sí “algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo ya se ven afectadas materialmente. Algunos de estos países están viendo grandes tenencias minoristas y sustitución de divisas a través de criptoactivos, principalmente monedas estables denominadas en dólares”.
“Tal sustitución tiene el potencial de causar salidas de capital, una pérdida de soberanía monetaria y amenazas a la estabilidad financiera, creando nuevos desafíos para los responsables de la formulación de políticas. Las autoridades deben abordar las causas fundamentales de la criptografía mejorando la confianza en sus políticas económicas, monedas y sistemas bancarios nacionales”.
Li y Sugimoto escriben que las economías avanzadas no están exentas de los riesgos de estabilidad financiera de las criptomonedas, “dado que los inversores institucionales han aumentado las tenencias de monedas estables, atraídos por tasas de rendimiento más altas en el entorno de tasas de interés anteriormente bajas. Por lo tanto, creemos que es importante que las autoridades reguladoras gestionen rápidamente los riesgos de las criptomonedas sin sofocar la innovación”.
Algunas de las sugerencias de regulación que lanzó el FMI son, por ejemplo, que los proveedores de servicios de criptomonedas tengan licencia, registro y autorización. Eso incluye aquellos que brindan servicios de almacenamiento, transferencia, cambio, liquidación y custodia, con reglas como las que rigen a los proveedores de servicios en el sector financiero tradicional.
“Es particularmente importante que los activos de los clientes estén separados de los activos propios de la empresa y separados de otras funciones. Los criterios de concesión de licencias y autorización deben estar bien definidos y las autoridades responsables claramente designadas”.
También plantean mencionan que eventualmente se necesitará “una regulación y supervisión criptográfica robusta, integral y globalmente consistente. La naturaleza intersectorial y transfronteriza de las criptomonedas limita la eficacia de los enfoques nacionales descoordinados. Para un enfoque global del trabajo, también debe ser capaz de adaptarse a un panorama cambiante y una perspectiva de riesgo”.
“Si bien las prohibiciones amplias pueden ser desproporcionadas, creemos que las restricciones específicas ofrecen mejores resultados de política siempre que haya suficiente capacidad regulatoria. Por ejemplo, podemos restringir el uso de algunos derivados criptográficos, como lo muestran Japón y el Reino Unido. También podemos restringir las promociones de criptomonedas, como lo han hecho España y Singapur”, cierran los funcionarios del FMI.