El Gobierno mexicano aplicará desde este martes un arancel del 50% sobre la exportación de maíz blanco, según el decreto publicado anoche en el Diario Oficial de la Federación. La medida, que solo afecta al maíz blanco harinero destinado al consumo humano, pretende ayudar a contener el aumento del coste de este bien básico en la alimentación mexicana, que el pasado noviembre alcanzó un precio que no se había visto en 24 años. Este decreto sirve para presionar a los productores y se suma a la medida aprobada el pasado octubre, cuando el Gobierno eliminó los aranceles impuestos sobre las importaciones de maíz, favoreciendo el incremento de la oferta en el mercado nacional y, por tanto, la supuesta bajada del precio, resultado que no acaba de materializarse.
“La oferta y producción de maíz blanco en nuestro país son factores importantes en la determinación de su precio”, dice el decreto. “Para garantizar un abasto suficiente es necesario mantener la producción nacional en nuestro país y asegurar condiciones de mercado que permitan estabilizar su precio”, asegura. La norma entra en vigor hoy martes, y se mantendrá operativa al menos hasta el próximo 30 de junio de 2023. No incluye el maíz amarillo o el transgénico, que se suele utilizar para alimentar a la ganadería y fomentar la producción de carne de res, de cerdo o pollo. Al contrario que el maíz blanco, mayoritariamente de producción nacional, el maíz amarillo es importado. Según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, México importó 614.000 toneladas de maíz amarillo entre enero y octubre del año pasado, mientras que solo exportó 238.000 toneladas de maíz blanco.
El Consejo Nacional de la Tortilla se ha pronunciado con respecto a este tema. Dicen estar preocupados, “ya que no existen políticas agroalimentarias claras, el gobierno ha impuesto esta medida emergente sin que existe un fondo claro”. Además, la medida puede no tener el efecto deseado de aumentar la oferta en el país y reducir el precio. “Que el producto se mantenga en territorio nacional no garantiza la regulación del costo, ya que se corre el riesgo de que las harineras y comercializadoras del país acaparen el producto y controlen el precio del insumo”, alerta el comunicado. El precio de la tortilla no depende solamente de la materia prima, también se toman en cuenta otros insumos cuyo costo ha aumentado. “Hacemos un llamado al Gobierno federal a crear verdaderas políticas públicas en la materia y a no improvisar con la economía de los mexicanos”, exhorta el Consejo.
El precio del kilo de maíz blanco aumentó un 40% de enero a noviembre del año pasado, según el diario financiero Bloomberg. Detrás de la brusca subida está la incertidumbre con respecto a su oferta a nivel internacional, el aumento de los precios de la energía y los fertilizantes, y los retrasos en los pagos de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) a los productores de maíz. Aunque México, con 4.259 millones de dólares, es el segundo importador de maíz del mundo después de China (8.023), el precio de la tortilla sigue su meteórico ascenso.
En octubre del 2022, México eliminó los aranceles sobre las importaciones de una cesta de alimentos básicos para intentar contener la inflación. La cesta estaba compuesta de productos como el maíz, el arroz, las naranjas, cebollas, zanahorias o limones. En el mismo decreto, el Gobierno dio a conocer la creación de un padrón de importadores que recibirían la Licencia Única Universal, un documento que pretende aligerar la carga tributaria y fiscal de las empresas importadoras. La licencia exime a sus beneficiarias de realizar trámites y obtener permisos de importación y distribución de alimentos y otros productos. Pese a los esfuerzos, la inflación en diciembre volvió a repuntar hasta cerrar el 2022 en 7,82%, el nivel más alto en dos décadas.
Para justificar la medida, el decreto acude al plan Panorama Alimentario 2021, que determina que el maíz blanco “es un producto básico en la alimentación en México, al ser una fuente importante de energía calórica”. El 89% del grano que produce el país es de maíz blanco, y el consumo anual per cápita es de 332 kilogramos. La batalla con Estados Unidos por la importación de transgénicos y fertilizantes también aumenta la incertidumbre de los productos y afecta al precio final. A principios de diciembre, México y Estados Unidos se enfrascaron en tensas negociaciones para evitar una guerra del maíz, después del decreto impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador para prohibir el grano transgénico. Tres semanas después, los dos países llegaron a un acuerdo: una tregua de tres años durante los cuales México importará maíz amarillo de Estados Unidos.