Además de los grandes capos del narcotráfico en México como lo han sido Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero o Joaquín Guzmán Loera, la historia de algunos otros miembros del crimen organizado han acaparado la atención de la opinión pública por su peculiaridad, tal es el caso de la de Édgar Valdéz Villarreal, mejor conocido como La Barbie.
De tez blanca, ojos azules y ciudadanía estadounidense, La Barbie logró inmiscuirse en las filas de algunas de las organizaciones criminales más poderosas de México, tanto como cabecilla como informante de sus actividades delictivas para la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés).
Previo a su detención en el año 2010, Edgar Valdéz Villarreal gozó de un estrafalario estilo de vida en antros y restaurantes exclusivos del país azteca mientras coordinaba el tráfico de droga a Estados Unidos de la mano del Cártel de los Beltrán Leyva, no obstante, La Barbie no se salvó de las flechas de cupido y fue relacionado sentimentalmente con algunas personalidades del mundo del espectáculo, incluso después de haberse casado con su esposa Priscila Montemayor.
Tras haber enfrentado múltiples problemas con la justicia estadounidense durante su adolescencia, Édgar Valdéz Villarreal se mudó al estado de Tamaulipas en México, donde rápidamente comenzó a adentrarse en el mundo del narcotráfico, decisión que le generó problemas con el Cártel del Golfo que tenía el control en la entidad.
Con gran astucia, La Barbie comenzó a buscar aliados en el país azteca para enfrentar y sacar de Nuevo Laredo a Los Zetas, quienes en aquel entonces ya se habían consolidado como uno de los grupos delictivos más sanguinarios del país que fungían como brazo armado del Cártel del Golfo.
Con dicho objetivo y gracias a un policía corrupto, Édgar Valdéz Villareal conoció a Arturo Beltrán Leyva y, tras ganarse su confianza, comenzó a trabajar para su organización criminal.
Apadrinado por los hermanos Beltrán Leyva, con distribuidores de cocaína colombianos y protección de las autoridades corruptas de México, La Barbie comenzó a traficar droga a Estados Unidos, no obstante, en su cadena de suministro faltaba un eslabón que le permitiera cruzar grandes cantidades de enervante por la frontera.
Fue así como, de acuerdo con información que la periodista de investigación Anabel Hernández plasmó en el libro Emma y las otras señoras del narco, Édgar Valdéz se contactó con Carlos Montemayor, un mexicano que había migrado hace un par de años a Estados Unidos, sitio en donde logró obtener la residencia y creó su propia compañía de transporte.
La Barbie encontró en Montemayor la oportunidad de traficar hasta 120 kilogramos de cocaína a Estados Unidos por viaje, no obstante, además de convertirse en socios, Édgar Valdéz Villarreal pasó a ser yerno del transportista al mantener una relación sentimental con su hija Priscila.
Entre pactos y negocios, el romance entre Edgar Valdéz Villarreal y Priscila Montemayor prosperó, lo que los llevó a planear una boda de cuento de hadas en Acapulco, sin embargo, dicha ceremonia se vio frustrada luego de que el ex Secretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, avisara a La Barbie de un operativo que las fuerzas federales y estadounidenses realizarían en el popular puerto.
Fue Sergio Villarreal Barragán, alias El Grande, quien detalló dicho episodio durante el juicio en la Corte de Brooklyn que enfrenta quien fue el máximo jefe de la policía en México, que actualmente enfrenta cinco cargos en Estados Unidos por presuntamente haber cooperado con el Cártel de Sinaloa en el tráfico de drogas.
Aunque la boda de Édgar Valdéz Villarreal y Priscila Montemayor no se realizó como se había planeado, su relación sentimental prevalecía, hasta que en la vida del Jefe de Sicarios del Cártel de los Beltrán Leyva comenzó a figurar un nuevo romance con la actriz Arleth Terán.
La periodista de investigación Anabel Hernández detalló en su libro Emma y las otras señoras del narco aquel intenso romance que Edgar Valdéz Villarreal mantuvo con la actriz tamaulipeca Arleth Terán.
De acuerdo con el relato, personas cercanas a La Barbie confirmaron dicho romance y lo describieron como una relación “estable y constante”. Incluso, señalaron que el narcotraficante estaba muy enamorado de Arleth, quien por su parte negó los señalamientos que la vinculaban con Valdéz Villarreal.
Pese a la postura de la actriz, los testigos entrevistados por Anabel Hernández confirmaron que La Barbie y Arleth Terán salían constantemente a restaurantes, bares y discotecas exclusivos, además de que el lugarteniente del Cártel de los Beltrán Leyva regalaba joyas y múltiples obsequios de lujo a la histrionisa.
Dicha aventura amorosa llegó hasta oídos de Priscila Montemayor, quien le reclamó a su esposo aquella infidelidad, sin embargo, con el mismo cinismo con el que Villarreal reía el día de su detención le contestó a su pareja que él “tenía dinero para eso y más” e incluso, le presumió la belleza de la actriz de telenovelas.
Otra de las personalidades del mundo del espectáculo que fue relacionada sentimentalmente con Édgar Valdéz Villarreal, fue la bailarina Juana Hilda González Lomelí. La Barbie la conoció cuando ella era bailarina del grupo Climax en el puerto de Acapulco.
Aunque se desconocen los detalles sobre el romance que el lugarteniente del Cártel de los Beltrán Leyva mantuvo con la bailarina, fue la misma Juana Hilda quien confesó a personal de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) que tuvo una relación sentimental con Édgar Valdéz Villarreal.
Y es que, al igual que su exnovio, Juana Hilda González Lomelí se encuentra privada de su libertad en el Centro de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla en la Ciudad de México, luego de haber sido vinculada al caso del secuestro del empresario Hugo Alberto Wallace.
De acuerdo con las declaraciones de Miranda Wallace, Juana Hilda fue “la carnada” en el secuestro de su hijo además de confirmarse que la bailarina fue pareja de César Freyre, quien fue identificado como el actor intelectual de la privación de la libertad y homicidio del empresario.