Prisas, inundaciones y problemas legales: el Gobierno trabaja a marchas forzadas para sacar adelante las últimas obras del sexenio

Nacional

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, redobla su apuesta para culminar la construcción de la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya antes del 2024.

Con el sonido de motores y maquinaria al fondo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presumía a principios de este mes el avance en la construcción de la refinería Dos Bocas en Tabasco. “Esto es para que se aprenda a reconocer lo que son nuestros trabajadores mexicanos”, mencionó el mandatario en tono triunfal en un video mientras su mirada repasaba desde lo alto la vista panorámica de tanques, camiones y más de 30.000 obreros, todo un ejército de técnicos y equipo para echar a andar una de las obras emblema de este Gobierno. Quince días más tarde, este complejo industrial se inundó a causa de las intensas lluvias en la zona. La Secretaría de Energía, Rocío Nahle, ha minimizado esta contingencia, sin embargo, especialistas señalan que esta nueva inundación es una muestra de la falta de planeación y previsión en el desarrollo de la obra.

A inicios de su Administración en 2019, López Obrador aseguró que la refinería en Tabasco —la primera que se construye en México en más de 40 años— iba a costar 8.000 millones de dólares. Tres años después, el Gobierno federal ha admitido un desembolso de más de 233.000 millones de pesos, unos 11.696 millones de dólares, en este complejo industrial que aún no termina por echarse a andar, aunque el presidente ya hizo una inauguración parcial en julio pasado donde no faltaron los discursos a favor de la soberanía energética y las promesas de producción de hasta 340.000 barriles de gasolina nacional.

Gonzalo Monroy, director de la consultora GMEC, advirtió de que las escenas de anegaciones y trabajadores lidiando con inundaciones serán recurrentes. “Si los sistemas que han instalado de bombeo, de drenaje, son insuficientes para frenar una inundación, la planta no puede operar, no es segura y las pólizas de los seguros financieros no aplican en esas condiciones. Una de las cosas que hizo este Gobierno en esta obra fue meterle mucha prisa y con estas prisas se tomaron atajos como hacer incorrecto trabajo de obras y en la ingeniería básica”, señala.

Monroy refiere que más allá de la eficiencia futura de Dos Bocas, el presidente López Obrador desea dejar un legado de hormigón y acero en la memoria de los mexicanos. Contrario a los pronósticos optimistas del Ejecutivo, el analista prevé que Dos Bocas terminará de edificarse hasta 2025. “La refinería está lejos de producir un litro de gasolina, la refinería es un proceso y debe tener todas las plantas operando de manera simultánea para verdaderamente tener un proceso de refinación. Es una refinería aún en construcción que aún no resuelve nada”, zanja.

A poco más de 700 días para que termine este Gobierno, el telón del sexenio comienza a caer y el tiempo apremia para dejar concluidas las obras emblema que prometió el Ejecutivo a inicios de su mandato. Aunque en muchos de estas magnas infraestructuras los obreros han referido trabajar más de ocho horas diarias para culminar el cronograma federal, las obras se han visto frenadas por contingencias climáticas, problemas ejidales o demandas judiciales.

La construcción del Tren Maya encara sus propios rezagos ante la falta de acuerdos con los pobladores por sus tierras. El presidente reconoció esta semana que el último tramo del ferrocarril trazado hasta Chetumal, peligra ante los bloqueos de un grupo de ejidatarios. “Resulta que en el tramo de Xpujil a Chetumal, hay cinco ejidos donde los dirigentes están condicionando el paso del tren al pago de una indemnización de cuando se hizo la carretera de Escárcega a Chetumal”, explicó.

El Tren Maya —obra que pasará por Campeche, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán— es una de las joyas de la corona del presidente Andrés Manuel López Obrador. Uno de los proyectos emblema de esta Administración para apuntalar la reactivación económica del sureste mexicano, una región por años sumida en el rezago y la pobreza. A pesar de las numerosas críticas de ambientalistas, demandas de comunidades y ajustes presupuestales, el presidente está empeñado en inaugurarlo antes de que termine su mandato. “Terminaremos los 1.550 kilómetros en diciembre de 2023″, redactó el mandatario en su Twitter al visitar la zona.

En un inicio, el Tren Maya se promocionó como una obra financiada primordialmente por capital privado, lo que atrajo la mirada de los consorcios nacionales e internacionales, sin embargo, con el transcurso de los meses, el plan se modificó y ahora el Gobierno pagará la mayor parte de la inversión, estimada entre 15.000 y 20.000 millones de dólares. Para 2023, el plan del Presupuesto de Egresos propone gastar 143.000 millones de pesos (7.178 millones de dólares) en el ferrocarril. Si los legisladores avalan este plan, el Tren Maya será la obra con más recursos federales el próximo año al conseguir un alza del 95% respecto al gasto autorizado en 2022.

Los 1.550 kilómetros de vías férreas han sido divididas en siete tramos, sin embargo, hasta ahora, solo se ha avanzado en la construcción de los cuatro primeros tramos porque ya contaban con buena parte del derecho de vía. Mientras tanto, los tramos 5 norte (de Cancún a Playa del Carmen), 6 y 7 (de Tulum a Escárcega, pasando por Bacalar) se encuentran “en preparación”, de acuerdo con la información oficial. Además, el Ejecutivo decidió que esta obra será patrimonio militar y así, además de la construcción del ferrocarril, el Ejército mexicano administrará los ingresos a través de una nueva empresa militar.

El Tren Maya no es el único proyecto de esta Administración para detonar el crecimiento económico del sureste. El Programa para el Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, previsto en el Plan Nacional de Desarrollo de este Gobierno, contempla la modernización del ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, y de los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz, y Salina Cruz, Oaxaca, así como la construcción de 10 parques industriales en la zona. Una cortina de desarrollo hecho de rieles que conectaría al Pacífico con el golfo de México. De acuerdo con el Ejecutivo, la Secretaría de Marina se encargará de la rehabilitación de los 400 kilómetros del tramo ferrocarrilero y a finales de 2022 estará lista la renovación.

Jesús Castillo, experto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), advierte de que el nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles, si bien ya está operando la conectividad con la Ciudad de México, sigue pendiente por la falta de construcción del tren suburbano. “El aeródromo no fue una construcción de cero, fue una reformulación de una base militar, pero las posibles adicionales pistas se prevén en una fase posterior, pero creo que la conectividad del nuevo aeropuerto no es la que se esperaba tener para este momento”, refiere.

El especialista del IMCO abunda que pese a las distintas vocaciones de las obras de infraestructura, en todas ellas se han presentado problemas de sobrecostes y retrasos, signos a su parecer, de una planeación deficiente. En el balance de este Gobierno, Castillo criticó que el Gobierno le haya apostado más de 12.000 millones de dólares a la construcción de una nueva refinería cuando tiene otras seis refinerías estatales en el olvido y lamentó la indiferencia de obras necesarias como la modernización de la red de transmisión eléctrica. “Esos son los grandes pendientes de esta Administración”, concluye.

Con la reciente inauguración del Aeropuerto Felipe Ángeles, en el Estado de México, y en la mira de avanzar lo más posible en la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, las prisas por acabar las obras emblema de esta Administración en los plazos fijados por el presidente López Obrador se están convirtiendo en un quebradero de cabeza.

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