Los comediantes siguen haciendo sus shows en los refugios anti bombas. Adaptan los antiguos chistes de la Unión Soviética y recuerdan que el ahora presidente Zelensky fue uno de ellos. Hasta el correo nacional hizo una graciosa estampilla con la acción heroica de un soldado
“Desde la invasión a Ucrania, varias cosas cambiaron en la literatura rusa”, dice Denis Chuzhoy. Y remata su chiste: “Como está prohibido decir que están en guerra, a la novela de Leon Tolstoy “Guerra y paz” ahora se titula “Operación militar especial y paz”.
La gente que en ese momento ríe con ganas debería estar llorando, pero Denis sabe cómo cambiarles el humor y darles esperanza. Allí abajo, el sótano donde se refugian de las bombas en el centro de Kharkiv, la segunda ciudad ucraniana, esa carcajada que arranca el cómico es un arma poderosa contra las fuerzas invasoras rusas. “Cuando comenzó la guerra, enseguida pensé en alistarme. Pero soy tan torpe que me hubiera pegado un tiro en el pie el primer día en que me dieran un arma. Entonces escuché al presidente Zelensky diciendo que teníamos que hacer lo que mejor sabemos hacer y me puse a armar un stand up para animar a los que están angustiados durante los bombardeos”, cuenta Denis en una nota que le hicieron en la revista disidente rusa, Meduza.
Su aporte a la patria se puede ver en varios videos que colgó en YouTube y que muestran la efectividad de su particular parafernalia bélica. “Me encontré con un amigo que había pasado por un campo de confinamiento ruso y logró escaparse. Dice que había una biblioteca y pidió un libro de literatura rusa moderna. El guardia le dijo, `no tenemos ese libro… pero tenemos al autor´”.
“El humor forma parte de la estrategia de supervivencia, es una de las características nacionales más importantes de los ucranianos, reírse de sí mismos, hacer bromas sobre su gobierno o la Unión Europea”, explicó el escritor germano-ucraniano Christoph Brumme al diario Neue Zürcher Zeitung. “Es una expresión de soberanía. En Ucrania, la gente es libre de criticar a las autoridades, a diferencia de Rusia, donde prevalece una cultura completamente carente de humor, hasta se olvidaron del buen humor que tuvieron cuando hacían chistes contra el comunismo durante la Unión Soviética”.
Durante los bombardeos en Kyiv, en los primeros dos meses de la guerra, decenas de comediantes salieron a entretener a la gente que pasó semanas en los refugios y en las estaciones del metro. En Lviv y otras ciudades alejadas del frente se organizaron funciones especiales de los artistas del stand up para recaudar dinero. Y hasta hubo humoristas que se alistaron como voluntarios en el Ejército y su función específica es la de levantar el ánimo a las tropas.
Ucrania tiene una larga tradición de humor cáustico antisoviético. El cómico más famoso de Ucrania es Volodymyr Zelenskyy, ahora presidente del país, elegido en 2019. En la serie de comedia televisiva “Servidor de la gente”, un suceso de Netflix en las últimas semanas, el ex cómico y actor interpretó a un adorable profesor de instituto que se convierte accidentalmente en presidente, antes de serlo de verdad. Eso fue en “otra vida”. Zelenskyy no tiene muchos motivos para la comedia desde que la invasión del 24 de febrero lo empujó al papel de líder en tiempos de guerra. Sus discursos diarios en vídeo a la nación son en realidad bastante sombríos.
Pero eso no quiere decir que su gobierno haya perdido el sentido del humor. Lo demostró cuando se conoció la historia del soldado que defendió una pequeña isla del Mar Negro y le hizo un irreverente saludo al barco ruso desde donde lo intimaron a rendirse. Enseguida, esa figura del soldado con su dedo haciendo “el fuck you”, se convirtió en una estampilla de correo. También se hizo muy popular el meme de Santa Javelin creado para celebrar a los misiles con ese nombre que había entregado Estados Unidos y que fueron muy efectivos contra los tanques rusos. Enseguida apareció la representación de una figura de la Virgen al estilo de un icono religioso con un lanzador de cohetes Javelin en la mano. Millones de personas vieron en YouTube muy graciosos vídeos de campesinos ucranianos dando paseos en equipos militares rusos abandonados o arrastrándolos con sus vetustas camionetas.
También hubo algunas reacciones no tan positivas al humor bélico. El cómico Oleh Hriundik tuvo que disculparse por un chiste sobre la compensación monetaria a las familias de los militares ucranianos asesinados; en las redes sociales, en particular, lo amenazaron de muerte.
“Ahora no se bromea sobre la guerra, sino sobre nuestras pequeñas desgracias a causa la guerra. Y todos los chistes se cuentan para acelerar la victoria y desmoralizar a Rusia y a los rusos. En general, estoy a favor de cualquier chiste que desmoralice al enemigo y eleve el espíritu de lucha y el de la población, fortaleciéndolo. Por supuesto, hay temas tabú. De ninguna manera bromearé sobre las grandes ciudades más afectadas por la tragedia: Mariupol, Bucha – hay un montón de ellas-, o sobre las cosas que pueden causar dolor.”, explicó Vasyl Baydak, un humorista entrevistado por Mariia Pedorenko, la editora de la revista Zaborona.
Otro comediante famoso del teatro off ucraniano, Felix Redka, le contó al sitio disidente ruso Meduza que ahora sus mejores chistes los recoge de sus conversaciones cotidianas. Por ejemplo, dice que nada puede superar la conversación telefónica que tuvo con su padre que está en el frente de guerra:
“Elon Musk desarrolló una especie de superrouter que puede proporcionar acceso a Internet en cualquier parte del mundo”, explica. “Así que mi padre dice: ‘Han traído el Starlink. Ahora tenemos acceso a Internet en las trincheras’. Le dije que me alegraba por él. Entonces me respondió: ‘El acceso a Internet es lo último que necesito. Estoy enterrado en el barro recibiendo disparos. ¿Por qué demonios necesito saber que [los cantantes ucranianos] Dantes y Dorofeeva se divorciaron?”.
“¿Cómo se te puede ocurrir un chiste así en tiempos de paz?”, se preguntó Redka. “No podrías”.
Aunque George Orwell afirmaba que “cada broma es una pequeña revolución”, Rob Sears, el autor británico de la divertida parodia llamada “Vladimir Putin: Life Coach. (Capítulo 1: “Cómo ganar amigos e influir en las elecciones)” advierte que no hay que exagerar la eficacia táctica del ingenio. “Es difícil demostrar que el humor político logre mucho”, aseguró en una nota que publicó en el Washington Post, “Pero un mundo sin ninguno sería seguramente un lugar peor. Sería un poco más difícil denigrar (aunque sea temporalmente) la auto-mitología de un tirano, y un poco más solitario ser uno de sus oponentes”.
Ya sabemos que los dictadores son notoriamente alérgicos a la comedia. Y los rusos fueron siempre brutales contra “los chistosos”. Los soviéticos eran enviados rutinariamente al gulag por contar chistes políticos. Incluso 65 años después del fallecimiento del viejo dictador, el Kremlin prohibió la película de Armando Iannucci “La muerte de Stalin”. El líder de uno de los grupos prodemocráticos de Serbia lo describió así en un artículo que publicó en 2013 en Foreign Policy: “La risa y la diversión ya no son marginales para la estrategia de un movimiento; ahora sirven como parte central del arsenal activista, impregnando a la oposición de un aura de frescura, ayudando a romper la cultura del miedo inculcada por el régimen y provocando al régimen reacciones que socavan su legitimidad.”
La humorista Nastia Dierskaya, que llenaba pequeños teatros de Kyiv y que incluso hacía giras por ciudades rusas antes de la guerra, cree que su función es deshumanizar a los enemigos para que la gente pueda tolerar el hecho de odiarlos y aceptar que los maten. Así lo contó a la revista Zaborona:
“Está bien bromear sobre los rusos muertos. Reflexioné sobre esta cuestión desde el principio de la invasión, así que no había duda de que había que bromear sobre ello. En estas circunstancias de la “carnicería extra”, como yo la llamo, los ucranianos sienten odio hacia los rusos y esto es un patrón de comportamiento evolutivo completamente normal. Estoy dispuesta a admitir que en mis bromas estoy deshumanizando a los rusos y lo considero una actividad de contrapropaganda. No es broma, la propaganda rusa ha deshumanizado a los ucranianos durante décadas, y al final vemos lo que está pasando ahora. Hay gente que ve esto como el `lado oscuro´, pero la única forma de sobrevivir en la guerra es deshumanizar al enemigo para salvarse”.
Y en los videos que circulan con sus chistes y el de muchos otros artistas del stand up aparece siempre esa ambigüedad que cargan los ucranianos de haber sido parte de la Unión Soviética durante 70 años y haber sido educados en idioma ruso.
-¿Sabes qué? Ahora me da miedo hablar en ruso por la calle.
– ¿Por qué? ¿Tienes miedo de que los nacionalistas vengan a darte una paliza?
– No, tengo miedo de que venga Putin y me proteja.
Y hasta rescatan viejos chistes soviéticos para describir lo que sucede en las zonas ocupadas por los rusos en el sur y la represión que soportan.
“El otro día me pude comunicar con un amigo que vive en Kherson (una de las primeras ciudades tomadas por las tropas invasoras) y le pregunté ¿Qué tal la vida en la República Autónoma de Kherson con los amigos de Putin?
-Bueno, no me puedo quejar”.
Y remata con otro clásico:
“Un hombre fue arrestado por gritar en la Plaza Roja: ‘¡Putin es un idiota!’. Fue juzgado y sentenciado a seis meses de prisión por alteración del orden público, ¡y a veinte años por revelar secretos de Estado!”.