El Banco de México planteó la posibilidad de que continúen las presiones para la inflación en México, por un periodo mayor al esperado.
En el informe Trimestral octubre-diciembre 2021, enviado al Senado, el banco central tampoco descarta que surjan nuevos choques, a consecuencia de la crisis sanitaria y a que el conflicto geopolítico entre Ucrania y Rusia se deteriore más.
El documento explica que los choques derivados de la pandemia por COVID-19 han provocado presiones generalizadas sobre los precios de diversos bienes y servicios, lo cual ha llevado a que la inflación en México se ubique en niveles elevados.
Sin embargo, el Banco de México continúa previendo una reducción en la inflación general a lo largo de 2022 y que converja a niveles más cercanos a la meta de inflación general del 3 por ciento en el tercer trimestre de 2023.
Si bien la inflación continúa resintiendo los efectos de la pandemia, se considera que éstos se irán atenuando a lo largo de este año.
No obstante, considerando la complejidad del entorno que enfrenta la inflación ante la crisis sanitaria y que pudiera verse deteriorado aún más ante el conflicto entre Rusia y Ucrania, no puede descartarse la posibilidad de que las presiones continúen por un periodo mayor al esperado o que surjan nuevos choques, destaca el Banco Central en su informe a senadores.
Entre los principales riesgos a los que está sujeta la inflación destacan:
- Persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados.
- Presiones inflacionarias externas, asociadas a la evolución de la pandemia.
- Medidas para contener sus efectos.
Lo anterior, podría originar mayores costos de insumos o de transporte, así como problemas logísticos en las cadenas globales de producción o una reorganización geográfica de estas con costos de ajuste.
El documento también explica que el reciente conflicto geopolítico puede ocasionar mayores presiones en los precios de las materias primas, en particular los energéticos o en los productos agropecuarios.
Además, depreciación cambiaria, posiblemente ante eventos de volatilidad en los mercados financieros internacionales.
Y presiones de costos por disrupciones en las cadenas de suministro, o por mayores costos asociados a las condiciones de contratación o salarios, que pudieran traspasarse a los precios del consumidor.