La espera de un país es incluso mayor que la de su representante. Desde 1992 que México no tenía a un patinador en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Ahora Donovan Carrillo se permite soñar, pero también se lo permite a la tierra que lo vio nacer y se dio cuenta que tenía a un representante histórico.
Donovan acepta que identificó al futbol como una de sus principales pasiones. Le gustaba ver los partidos y también practicarlo, aunque reconoce que nunca fue muy bueno y casi siempre pasaba la mayor parte del tiempo en la banca. Aquel gusto, quizás inducido por el contexto en el que vivía, le ayudó a darse cuenta de que su disciplina podía y tenía que ser otra.
Carrillo recuerda que siempre tuvo la facilidad de conectar con la música. Después, a los ocho años, llegó la oportunidad de comenzar a patinar y lo hizo, aunque el panorama nunca fue tan positivo, al menos para alguien que soñaba con poder llegar lejos en esa disciplina.
El abanderado de la delegación mexicana para estos Juegos Olímpicos recuerda el contexto bajo el cual comenzó a practicar. Una pista que no contaba con las medidas reglamentarias de unos Juegos Olímpicos, con gente alrededor como espectadores y con principiantes que patinaban y sin querer retrasaban su proceso.
Además, el éxito de Donovan es doble, luego de tener que soportar las críticas de propios y extraños. Una señal propia fue lo que logró mantenerlo en las pistas de hielo para que años más tarde pudiera hacer historia en un país que nunca tuvo el escenario ideal para que se diera cuenta de su verdadero talento.
“Cuando estoy en el patinaje y en la pista me siento más yo”, confesó Donovan, al Comité Olímpico en un podcast disponible en la página de internet, de ahí que el patinaje artístico juegue una parte crucial en su vida.
Los numerosos campeonatos nacionales y aquél primer lugar en la competencia de Skate La Grande en San Diego, en el 2019, lo pusieron ante los ojos del mundo y le demostraron a él mismo de lo que era capaz.
El español Javier Fernández se ha convertido en uno de sus principales modelos a seguir y espera emular lo conseguido por el patinador en los Juegos Olímpicos de Sochi, donde consiguió el bronce. Donovan también se reconoce como un patinador joven, proveniente de un país en su mayoría futbolero, sin nieve, y con todo el panorama en contra para poder trascender.
A pesar de los obstáculos que le ha representado haber nacido en México, Donovan se siente orgulloso de sus raíces. Además de sus vestuarios, Carrillo lleva la representación de su país a la música que lo acompaña en la pista. Él mismo ha manifestado el orgullo de utilizar canciones de latinos, concretamente de mexicanos como Carlos Santana, Juan Gabriel o Carlos Rivera.
Han pasado más años desde la última nevada en Jalisco que desde la llegada al mundo de Donovan Carrillo. Quizás aquella nieve de 1997 era un augurio de que dos años más tarde llegaría alguien que pertenecía más al frío y a sus manifestaciones, como una pista de hielo por ejemplo. Lo que sea que haya significado aquel suceso, ha dado sus frutos con el zapopano, que está a las puertas de una oportunidad histórica en Tokio.